lunes, 29 de julio de 2013

Ya no importa


Después de tanto tiempo de estar triste, de una tristeza que no se deja ayudar y va mutando a diferentes formas: intolerancia, soledad, amargura; creés normal pasar los fines de semana encerrada, mirando el techo. Sintiendo cómo lo que fuiste, lo que proyectabas ser, se te escapa de las manos, se vuelve inaccesible y confuso. Y ni siquiera querés detener el tiempo para que no se aleje más.

Ya no pensás en quien murió ni en los que quedaron, porque ahora, quien murió por dentro, sos vos: murieron la curiosidad, las ganas de aprender, el interés en uno mismo y en los demás. Y duele, duele de verdad, explota en el pecho, consume el aire esa nada que se instaló en el cuerpo, en la mente, en el deseo.

Y aunque quisieras hablar al respecto, hacer un poco menos tuyo y más de nadie ese sentimiento insoportable, no sabés cómo explicarlo sin estallar en lágrimas, sin demostrar que estás muerta de miedo y perdida. Te avergüenza haber llegado a este estado y en silencio. Entonces te escondés, te tragás las palabras y esforzás en que no se note, evitás que invadan tu mundito interior injustificable, el castillo de cartas construido sobre arena en el que te refugiás y que, ante el primer viento, se derrumba y tenés que reconstruir nuevamente, sin fundamentos y sola.

Y sentís bronca contra vos misma por callar, por sufrir y aun así no cambiar, por no intentarlo, por no tener el valor ni las ganas, por no buscar ayuda o motivos. Bronca porque esto lo elegiste, porque es tu culpa y de nadie más. Bronca porque ya no importe.

Te hartás del fin de semana, de tu soledad y el muro de hielo infranqueable que te rodea. Y únicamente querés que llegue el lunes, volver al mundo exterior, al trabajo urgente, te conformás con, aunque sea un rato, sólo pensar en vigas de acero y hormigón, el mejor momento del día es ese; y vas a llorar por la noche, como todas las noches, pero no importa porque pasado mañana es martes, vas a volver al trabajo, a pensar en acero y hormigón…

Todo es oscuro aquí, escribo intentando aclararme, buscando una salida porque lo de adentro aterra más que lo de afuera.

Así es como se siente hoy, ayer y quizás mañana… igual, ya no importa.